Porque no todo en la Liga es el Barça o el Real Madrid. Lejos de las lágrimas de despedida de Ramón Calderón, en La Rosaleda se vivió el domingo una verdadera fiesta.
Cuando tan sólo dos años atrás rozaba Segunda B, y tras un comienzo de lo más discreto en Primera División, el Málaga está que se sale.
La pasada jornada humilló a los periquitos en la Rosaleda con cuatro golazos. Adrián marcó el primero y provocó el penalti del segundo, que metió el infalible en estos lares, Apoño. Éste dejó a Baha el segundo penalti de Lacruz, poniendo el marcador en 3-0. Por último, con la afición levantada y el equipo crecidísimo, Luque puso la puntilla final, colocando en la red un balón disparado por Eliseu que Kameni no pudo controlar.
Como inconveniente, Adrián, que jugó un partido muy completo, se lesionó a media carrera de un autopase para superar a Jarque. Será baja durante al menos mes y medio.
¿Y qué decir del Espanyol? Que quedó con la moral pisoteada. No empezó mal encaminado, llegando hasta tres veces a puerta antes del primer gol, pero a partir de ahí el equipo se desequilibró y no pudo levantar cabeza. Ya se escuchan gritos de dimisión.
El Málaga cierra la primera vuelta con 31 puntos, una posición bastante cómoda y alejada del descenso. Pero la afición, al principio incrédula y ahora emocionada, ya pide UEFA.